¿Qué hacer si mi perro salta cuando entro en casa?

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¿Tu perro no para de saltar cuando entras tú o las visitas? ¿quieres aprender a controlar esto? Aquí te dejamos unas pautas que bien trabajadas ayudan a acabar con tu problema.

Para empezar, queremos explicar porque se produce esta actitud. Normalmente cuando llegamos a casa nuestro perro se excita porque está contento de vernos. En ese momento, sobre todo cuando es cachorro nuestro perro viene corriendo y nos salta, ¿cómo vamos a negarnos a acariciar al perro que con esa actitud nos está recibiendo? le devolvemos esta grata muestra de cariño con una efusiva caricia que muchas veces se convierte en juego. He aquí el problema, premiamos este tipo de comportamientos, potenciando así esta actitud.

Una vez tenemos la raíz del problema, vamos a las soluciones. La primera pasaría por tener el control de tu perro, es decir haber trabajado con él y poder controlarlo en situaciones de estrés a través de órdenes, en este caso le pediríamos un «siéntate» o «tumbate» (puedes ver nuestro post de como enseñar a un perro a tumbarse). Una vez sentado acariciaríamos al perro para reforzar esta actitud, enseñándole así que el premio que tanto anhela sólo lo va a conseguir a través de un sentado y no de un salto. En caso de romper la orden y saltar, ignoraríamos al perro hasta que volviera a sentarse o se relajara. En el caso de las visitas lo primero que debemos hacer es avisar a la persona que viene advirtiéndole: «por favor no acaricies a mi perro hasta que yo te lo diga o bien se siente».

Si en tu caso, tu perro no tiene la orden de sienta bien trabajada, lo que debes hacer es ignorarlo dándole la espalda. Aunque se ponga pesado no desistas, uno de los trucos que suelen funcionar muy bien aquí es que tú te sientes, ellos lo entienden como una señal de calma (pide a tus visitas que también se sienten) En el momento que el perro se relaje es cuando puedes acariciarlo.

Ármate de paciencia ya que este ejercicio es realmente difícil. Hay dos factores que aumentan la dificultad de este ejercicio. El primero somos nosotros que cedemos y acabamos acariciando y el otro son las visitas («Déjalo, es tan mono»)

Pensad que un ejercicio mal hecho puede romper todo lo adelantado.

Recordad: La paciencia es vuestra mejor aliada